Lo habitual en las grandes ciudades es el requerimiento por parte de la delincuencia que recurre al efector más cercano, que generalmente es de baja o mediana complejidad pretendiendo que los profesionales curen o salven a un paciente moribundo herido por arma blanca o de fuego.
Esto es generador de violencia sea cual fuere el resultado y justamente como producto de lo expuesto prosperan denuncias de particulares y de medios de mala praxis que no se ajustan a la realidad del acto profesional concretado.
Estas denuncias que se basan en un resultado desfavorable en la evolución de le enfermedad de un paciente, ya que no se contemplan las carencias detalladas en el punto anterior, las condiciones en que arribó el paciente a la consulta (“no hay enfermedades sino enfermos”), ni la observancia del tratamiento por parte del enfermo y/o familiares. En definitiva el médico termina siendo responsable de factores que son patrimonio de otros sectores, ergo“el pato de la boda.