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El elenco rosarino jugó un pésimo partido, nunca dominó las acciones, prácticamente no creo situaciones de peligro en los 90' minutos y estuvo a punto de acariciar el empate por una guapeda del colombiano Vergara, pero un minuto más tarde, Rizzi <de pésima actuación>, cometió un error infantil y dejó al auriazul con las manos vacías.
El local había dominado desde el principio y marcaba diferencias sin llegar con peligro al arco defendido por Ledesma. Pero desde un saque de arco, una peinada hacia atrás de Barbieri habilitó a Puch, que enfrentó a Ledesma y abrió el marcador. Pudo aumentar Católica, pero se fueron al vestuario con la mínima diferencia. Central no pateó al arco en el primer tiempo y solo arrimó con un cabezazo del intrascendente Riaño.
En el complemento, los chilenos retrocedieron algunos metros, posibilitando que el visitante se adelantara en el campo de juego, sin claridad, sin juego asociado, empujando para adelante nada más, es muy difícil convertir, sin alguien que la pida, que marque el ritmo, que cambie de velocidad, todo se hace demasiado previsible.
Cuando casi terminaba y parecía que Central se iría derrotado, Rinaudo se vistió del Negro Palma y puso un pase magistral por atrás de los defensores para que Vergara marcara su primer gol con la auriazul en el minuto 94', cruzándola al segundo palo.
Parecía empate, pero Rizzi no logró despejar de con su pierna hábil una pelota al lateral, la estrelló contra la pierna del delantero que llegaba a atorarlo y cuando se le metía en el área, lo derribó. Penal, gol y derrota. Cachetazo merecido para un equipo sin alma, que casi se lleva más de lo que mereció.
