La excepción se ve en el gasto en salidas: ahí los que más ajustaron fueron los de mayores ingresos. De hecho el 87% de los encuestados del estrato más alto dijeron haber achicado ahí.
Por otro lado, el 13% del total de los encuestados dijo haber incrementado el consumo de fideos, harinas y arroces, y el 14% en frutas, lo que según el CEPA muestra "por un lado una propensión a reconfigurar el consumo en términos de hidratos de carbono, relativamente más baratos, y por otro lado el incremento estacional del consumo de frutas y verduras propio del verano".
La crisis cambiaria del 2018, generada por un rojo de cuenta corriente de la balanza de pagos cada vez más ancho y una fuga de capitales a niveles récord, más que duplicó el precio del dólar, disparó la inflación y le pegó de lleno al salario, tal como mostró el Indec.
Los tarifazos profundizaron algo más la cuestión. El efecto de desplazo del consumo pegó fuerte en la actividad económica, que durante el 2018 cayó 2,6% y volvió a operar a niveles del 2010, según los datos preliminares del Indec.