Los candidatos resultaron destacados entre 18 parejas, que se presentaron de forma sucesiva en el escenario mayor dando a conocer su cultura a través de distintas expresiones artísticas. En 2017, la Fiesta de Colectividades dejó atrás la elección de una reina con una propuesta superadora y sin distinciones de género: la de embajadores culturales.
En ese marco fueron elegidos Lucía Magalí Madulla Carnota, de la Casa Paraguaya, y Andrew Mbuya, de la Asociación Africana de Rosario. En 2018, fueron seleccionados representantes Sudamérica y el Caribe: Widelene Jean, perteneciente a la Asociación Civil Haitiana de Rosario, y David Chulque, de la Asociación Civil Colectividad Boliviana de Rosario.
En la edición 2019, la selección quedó en colectividades del otro lado del Atlántico. Y ambos embajadores tienen una relación muy estrecha y longeva tanto con su institución como con la fiesta. Estefanía Netri, de 32 años, forma parte de la Biblioteca Cultural Rusa Alejandro Pushkin, una institución que representa a Rusia, Bielorrusia y Ucrania, y que participa de Colectividades de manera ininterrumpida desde la segunda edición.
“Estoy en la colectividad desde los tres años. Empecé bailando en el grupo Malinka. Después estuve viviendo tres años en Rusia y cuando volví comencé a dirigir ese mismo grupo de chicos y a su vez un grupo de mayores en el cual estoy bailando también. Además enseño el idioma ruso, tanto en la colectividad como en la Facultad de Humanidades y Artes”, contó la flamante embajadora, dando cuenta de su vínculo profundo con la cultura rusa.
“Es todo Rusia desde que me despierto hasta que me voy a dormir”, aseguró entre risas. Su mamá y sus abuelos son originarios de Moscú, y es en esa línea genealógica que se funda su pertenencia comprometida a la colectividad. Para Nabil, la historia, que tuvo su punto cúlmine en la consagración del domingo a la noche, comienza incluso antes.
“Mi relación con la danza empieza desde antes de nacer, porque cuando estaba en la panza de mi mamá ella ya bailaba en el escenario de Colectividades. Fue una de las primeras bailarinas árabes de la ciudad”, recuperó el joven de 24 años. Desde entonces, Nabil estrechó cada vez más su vínculo con la danza árabe. Aunque no sea su profesión primaria, da clases tres horas por día.
“Es una parte muy importante de mi vida. Si bien estudié con mi vieja desde siempre y con maestros de acá, estuve un año en Líbano estudiando con maestros muy reconocidos de allá”, contó el embajador, trazando otro punto en común con su compañera. Si bien su madre es argentina, la mayor parte de su familia (padre, abuelos, tíos y primos) es originaria de Líbano, donde actualmente residen.
La selección de embajadores sobre el escenario principal se inscribió en una narrativa particular sobre la cual cada pareja tenía dos minutos para demostrar sus destrezas. Un cartero repartía sobres en un espacio que evocaba un conventillo, dando cuenta del espacio primordial de las poblaciones migrantes en Argentina.
En ese marco, cada candidato y candidata se las rebuscó para destacarse. “Lo que nosotros mostramos ayer tenía mucho que ver con la temática del espectáculo. La idea era que yo llegaba de un barco desde Rusia y buscaba a mi pareja. Nuestro número fue el último, así que yo llegaba con la valija y nos poníamos a bailar. Lo que quisimos mostrar en esos dos minutos más allá de la destreza y los pasos más típicos, era cómo nuestra colectividad se integraba con las otras.
En distintos momentos mi compañero bailaba con otros varones haciendo pasos rusos y yo también. La idea era mostrar esa fraternidad, esa unión que simboliza colectividades”, explicó Estefanía.
“Buscamos, más allá de esos dos minutos, aprovechar los otros momentos de escenario compartido. A mí se me pudo ver en varios momentos haciendo cosas distintas, actuando. Después durante los dos minutos bailamos una canción folklórica a la que yo le puse algo más contemporáneo”, narró por su parte Nabil. Un factor en común entre los nuevos embajadores, que también comparten con los anteriores, es su compromiso con el espíritu de fraternidad entre los candidatos de las distintas colectividades.
“Con este grupo de compañeros, siempre hubo muy buena energía y muy buena onda. Es muy lindo compartir los ensayos, compartir momentos, compartir con gente que está en la misma que una, que trabaja por su institución, por la difusión de su cultura. Es una experiencia hermosa”, expresó Estefanía.
“Hay cero competitividad. En el mismo escenario se nos podía ver a todos pasándola bien, compartiendo, divirtiéndonos mucho. Se armó un grupo muy unido, de hecho ya estamos organizando para juntarnos a comer”, acordó Nabil. Sin dudas, para ambos embajadores, de larga trayectoria en la fiesta, haber sido seleccionados es muy especial.
“Para mí es un orgullo enorme. Para los que estamos en Colectividades trabajando todo el año, poniendo la energía para que llegue noviembre y que este espectáculo brille, esto es una felicidad gigante. Yo crecí a la par de la fiesta. Fui viendo cómo todo cambiaba, cómo crecían los escenarios, cómo cada colectividad iba creciendo. Así que estar ahí y representar a esta fiesta que siempre formó parte de mi vida es una felicidad inmensa. No hay palabras”, afirmó Estefanía.
En su primer fin de semana, la tradicional fiesta popular convocó a más de 210.000 personas que disfrutaron del buen clima y la diversa oferta gastronómica y cultural. La misma se extenderá cada noche hasta el 17 de noviembre, con música, danza y los típicos stands para disfrutar en familia.