Mauricio Macri salió hoy de su ostracismo hoy tras nueve largos meses en los que sus participaciones en política se limitaron a algún Tweet subido de tono contra el Gobierno de Alberto Fernández o felicitando a la gente que marchaba en pandemia por expresar sus libertades. El mensaje de hoy fue distinto, no estuvo tan dedicado al afuera, sino que su principal destinatario fue puertas para adentro de su propia fuerza política, Horacio Rodríguez Larreta osó esta semana levantar el perfil político y el ex presidente salió a marcar la cancha.
La nota editorial de La Nación es un camino por lo previsible, con frases de manual y algunas rimbombantes, como aquella que pone en duda la transparencia de las próximas elecciones. Apelando al discurso de la defensa de la Constitución Nacional, las libertades individuales, la República y el supuesto atropello a las instituciones, Mauricio hace macrismo explícito y no agrega nada nuevo.
El apuro por exponerse en la pública, viene de que en la semana en el circo le crecieron los enanos. El jefe de Gobierno porteño se vio empujado a salir a defender la coparticipación conculcada por la administración central, de la que tenía noticias desde enero, y así lo reflejan los medios, incluso los afines a su administración <osea casi todos>, pero no le quedó alternativa, el delicado equilibrio que venía teniendo, aún con marcadas disidencias se rompió en mil pedazos, empujado por una protesta policial nada espontánea, que tuvo como principales protagonistas a punteros PRO de adentro y de afuera de la fuerza.
Con el correr de las horas, y gracias a que nadie es anónimo en este momento de redes sociales y seguimientos periodísticos y archivo, se fue develando que cada uno de los referentes de la asonada que rodeó la mismísima quinta presidencial de Olivos, tenía en su Facebook Instagram o Twitter frases adherentes a Juntos por el Cambio, fotos con Patricia Bullrich, y probada militancia macrista. Esto no obstaculiza la legitimidad del reclamo, nadie en la Argentina de hoy gana lo que necesita, todos podríamos estar mejor, incluso los 12.000 millonarios sobre los que el Frente de Todos irá en la semana para intentar cobrarles una mínima parte de su fortuna.
El discurso de Rodríguez Larreta fue amplio, abarcativo, no le habló a los porteños, lo hizo al conglomerado de fuerzas políticas que confluyen en la oposición, abrió sus brazos, se mostró como líder, usó palabras como "todos", "juntos", que son del diccionario nacional. Hasta ahora intentaba mantener perfil bajo, para no chocar con el líder, para no dividir, sabiendo que todavía para las próximas presidenciales faltan largos tres años, pero no siempre se puede elegir el momento propicio para lanzarse, a veces, la cercanía al precipicio no admite pasos divergentes.
Rodríguez Larreta salió a defender los recursos que Macri le había dado ni bien asumió la presidencia cuando le transfirió la Policía. Le había otorgado incluso más, pero después volvió sobre sus propios pasos y retrocedió algunos puntos. Idéntica forma pero inversa utilizó el Gobierno Nacional, anunció el 1%, pero finalmente el DNU quitó el 1,18 por ciento. La Ciudad Autónoma de Buenos Aires se presentará en la Justicia entre lunes o martes, irá directo a la Corte Suprema de Justicia de la Nación, una prueba de afecto sin dudas que marcará la cancha de donde se para el máximo tribunal ante la actual coyuntura política.
En la Argentina la Justicia es un apéndice el Poder Ejecutivo. Lo fue en el kirchnerismo avanzando a paso lento en algunas causas, lo fue durante el macrismo, donde se encarceló incluso con nuevas teorías del Derecho a cuanto dirigente opositor se les cruzó por delante, con principal foco en la vicepresidenta, con varias causas en curso, y la resaca de magistrados nombrados durante la administración anterior todavía ejerce macrismo explícito como el escandaloso fallo de esta semana de la Cámara Federal desvinculando a todos los funcionarios macristas de la causa Peajes. El oficialismo quiere Reforma Judicial, el macrismo recurre incluso al artilugio de sesiones presenciales <de dificultosa realización por la pandemia> para evadir la mayoría oficialista.
Fuera de la cuestión jurídica, está la política si es que pudieran dividirse. Larreta se probó el traje, y Macri salió a descoserle el ruedo. "Acá estoy, todavía no me fui", fue el claro mensaje de quien pretende ser el líder de la oposición al Gobierno. El peronismo guardó respetuoso silencio en el primer año del macrismo, incluso algunos dirigentes acompañaron al presidente al Foro de Davos (como Sergio Massa, a quien cuando se desmarcó un poco apodaron "ventajita") para mostrar una Argentina unida o sumaron votos indispensables en algunas iniciativas en el Congreso, como el grupo de varios diputados que encabezaba el ex titular del Anses, Diego Bosssio entre otros.
Nada de eso sucede ahora, el ansia por el pronto retorno al poder los carcome, incluso algunos no descartan mecanismos de desestabilización para acortar los tiempos. La judicialización de la política y la politización de la Justicia están a la orden del día, más que nunca, política y justicia van de la mano. Por los avances en algunas causas, los dirigentes del macrismo se pelean ya por obtener fueros en la legislativas 2021. Mientras tanto se disputa una enorme y desmedida batalla por demostrar quien es más corrupto. Están tirando del mantel, sentados todos a la mesa, la disputa por el poder se hace encarnizada. En el medio, tenemos una pandemia, que deja unos doscientos muertos por día, la mitad de los argentinos por debajo de la línea de pobreza, y un sistema de salud al borde del colapso.
Por Fernando Paulo Viglierchio
(Especial para RosariNoticias)