La suba del precio de la carne no cesa en los mostradores argentinos. Los productores vacunos quieren que se pague en el país los precios internacionales dolarizados y el Gobierno, tras advertirlo varias veces, decidió tomar el toro por las astas. La Secretaría de Comercio Interior acaba de anunciar que cierra por 30 días la exportación de productos cárnicos.
La puja por los precios viene de lejos, China se convirtió en el principal receptor de las carnes argentinas y se sabe, su capacidad de consumo es ilimitada. Por eso, la provisión de carne para el consumo local es más escasa, y como funcionan las leyes del mercado, a menor oferta, mayor precio.
Las pulpas en el país pasaron de los $400 pesos promedio el año pasado a superar los $800 este año. Claramente, los salarios no acompañaron esa suba, y en el mejor de los casos subieron entre el 20 y el 30%. Así las cosas, el consumo de carne per cápita es el menor en los últimos 50 años.
A su regreso de su viaje a Europa, el presidente Alberto Fernández dijo venir decidido a adoptar aquellas medidas que considerara pertinentes para evitar que los grandes formadores de precios se sigan quedando con la mayor parte de los salarios de los argentinos. La inflación en el país está descontrolada, principalmente empujada por el permanente incremento de los alimentos.