Los gimnasios de Rosario fueron cerrados nuevamente por disposición del gobierno provincial, en medio de la segunda ola de coronavirus. Los comercios del rubro permanecieron varios meses sin actividad el año pasado, y muchos de ellos bajaron sus persianas. Los que volvieron, lo hicieron bajo estrictas normas de seguridad, distanciamientos social y estrictas medidas de higiene que a veces se cumplen a medias casi siempre por inconducta de sus socios.
Si bien el uso de barbijos es obligatorio, es frecuente encontrar atletas que los bajan para hacer algunas actividades, o lo tienen por debajo de la nariz. Sobre todo en actividades aeróbicas, como las cintas de correr, las bicicletas o los escaladores, que requieren mayor esfuerzo físico. A pesar del denodado esfuerzo de los profesores, y la permanente sugerencia de su correcta utilización, la conducta es reincidente.
Otros optan por utilizar las mascarillas acrílicas, que nada protegen, ni a ellos mismos ni a quienes están a su alrededor. La Organización Mundial de la Salud fue muy clara en cuanto a su uso y aseguró que podría ser complementario al del barbijo, pero nunca en su reemplazo. Incluso hasta hay una variante más peligrosa y muy difundida, la "media máscara", que deja que el spray escape fácilmente por arriba. Queda divina, pero no protege nada.
Una persona que está corriendo sobre una cinta con mascarilla, con pulsaciones aceleradas y respiración agitada, está enviando al ambiente que comparte con otros atletas millones de mini gotas desde su boca y nariz, sin embargo, la falta de normativa permite esta actividad. Algunos gimnasio, de motus propio prohibieron a sus asociados la utilización, pero debería ser prohibida por una norma general.
No es la única medida, las máquinas cercanas deberían estar enfrentadas, para que el atleta expulse su respiración al aire y no frente a otro par, se debería guardar distancia prudencial, y no permitirse por ejemplo que personas corran al lado de otras si no hay al menos dos metros de distancia entre ellos. Cada deportista debería limpiar obligatoriamente el elemento utilizado, demarcar espacios con cintas en el piso para evitar aglomeraciones y reforzar el no uso de vestuarios.
El cierre de gimnasios para bajar circulación no parece ser la medida más acertada, además de gente que le gusta modelar su cuerpo, hay personas con comorbilidades que necesitan hacer actividad física. Obesos, diabéticos o hipertensos por ejemplo, encuentran en su realización un alivio a su sintomatología. Resulta el gimnasio una actividad de la salud, y no un instituto de belleza, sin embargo, para que niños puedan volver a la escuela se decide su cierre.
Impedir o restringir por franjas horarias por ejemplo la utilización de espacios verdes, donde se agolpan de a miles los santafesinos a compartir momentos, muchos de ellos sin barbijos e incluso compartiendo el mate, podría ser más efectiva que cerrar centros de la salud, que funcionan por turnos y donde no se registraron focos de contagios.
No parece significativo el movimiento de gente que va y viene de gimnasios, y por lo general, lo hace en cercanía de su domicilio o trabajo, nadie se toma un colectivo para ir al gimnasio, y si se traslada, por lo general lo hace sobre una bicicleta.