El gobierno de Italia, liderado por el primer ministro Mario Draghi, destinará 6.000 millones de euros para subsidiar el precio de las facturas de la luz, las cuales aumentaron un 30% durante 2021, lo que se suma a un incremento estimado de 131% para el primer trimestre de este año, en un contexto de crisis energética que azota a toda Europa.
El nuevo paquete de asistencia, que será transferido al sector eléctrico, se suma a otras medidas precedentes para contener la escalada en los precios que totalizaron, desde julio del año pasado, los 10.000 millones de euros, precisó la agencia Bloomberg.
Se espera que los fondos sean aprobados esta misma tarde (mediodía de Argentina) luego de la convocatoria del Consejo de Ministros presidido por Draghi en el Palacio Chigi de Roma, de acuerdo a los diarios italianos La Stampa e Il Sole 24 Ore.
La crisis en el sector eléctrico que provocó récords en las boletas eléctricas de España, Italia, Francia, y Reino Unido se debe, entre otros factores, al salto en la demanda que implicó el levantamiento de las restricciones de la pandemia, la escasez de gas, y los retrasos en la transición hacia energías renovables.
Mientras el continente reduce su producción de carbón, aumenta su dependencia del gas de Rusia, cuya oferta, en un marco de conflictos geopolíticos que podrían incrementar aún más su valor, resultó insuficiente para la demanda.
En ese contexto, la Comisión Europea estudia incentivos y nuevas obligaciones para poder acumular reservas estratégicas de gas que sean suficientes para atender el próximo invierno boreal, en un plan que será presentado el próximo mes.
La autoridad reguladora de la electricidad italiana (Arera) había advertido esta semana que las facturas de la electricidad podrían incrementarse en un 131% anual durante el primer trimestre del año, mientras que el gas lo haría en más del 90%.
A los 6.000 millones de euros, se agregarán 2.000 millones más para incentivar la industria automotriz, actualmente en dificultades.
La pandemia, la escasez de semiconductores y una ausencia de subsidios a la demanda para los vehículos de bajas emisiones provocaron que Italia registrara el peor enero en 38 años en cuanto al patentamiento de nuevas unidades.