La noticia sobre que el ex presidente Mauricio Macri se había bajado de la posibilidad de una candidatura a la presidencia del país este año, sacudió ayer al mediodía las redacciones de los medios de comunicación y las redes sociales se inundaron de voces de aliento y otras de inconfesable alivio, entre propios y extraños.
Por un lado, en Juntos por el Cambio, más allá de la rápida reacción de salir a destacar sus supuestas dotes de estadista generoso, les cayó bárbaro que el creador del espacio haya decidido bajarse de una eventual contienda, que hubiera implicado un desgaste logístico y económico en una PASO que podría dejar secuelas y las billeteras más flacas.
En el desmembrado oficialismo tardaron en reaccionar, recién hoy Cafiero y Scioli se refirieron al tema, con tibias alusiones al jefe del PRO, que los dejó sin su blanco principal para dirigir sus dardos, a él podían pegarle por lo que hizo y por lo que no, a los otros deberán atacarlos por lo que eventualmente harán.
Con solo escuchar los primeros 30' segundos del video de Macri uno entiende a ciencia cierta que el hombre tiene un diagnóstico desacertado de la realidad del país. Por un lado, en la semana en la cual el presidente Alberto Fernández se reunirá con su par estadounidense, Joe Biden, dijo que estábamos solos, aislados del mundo. Por otro lado se refirió a los índices de empleo, también en momentos en que la desocupación mostró cifras más bajas en dos décadas.
Macri no se bajó, nunca se había subido. Se sabe que no es un hombre apegado estrictamente al trabajo arduo y la presidencia, aunque pueda parecer un laburo placentero y él iniciara su actividad luego de las 10, y a las 18 ya estuviera viendo Netflix, según su propia declaración, implica reuniones, viajes y apretada agenda de Estado. Su propia familia prefería verlo ligado a la FIFA, donde no tiene régimen horario y apenas requiere al lo sumo un par de viajes a Suiza al año.
Los elevados índices de rechazo generados por el ex mandatario, en el "nunca lo votaría" de las encuestas, cercanos al 70%, muy lejos del 41% de votos positivos sacados en 2019, volcaron definitivamente sus tibios deseos de volver a participar con un rol protagónico. Mejor quedarse a un costado, como consultor, como hombre de consejo fácil, opinólogo calificado, participando de reuniones de ex mandatarios de derecha por el mundo cuando mejor le plazca, o hasta incluso soñando con un regreso triunfal tras algunos años, no juega en esta, pero no dijo que abandona la política.
Rodríguez Larreta y Bullrich no tenían pensado correrse de la carrera por la presidencia aunque él decidiera participar. Quizás la recientemente desposada Vidal fuera algo más contemplativa. Enfrentar a su propia tropa, sin los recursos que la administración del Estado brinda, y con varios flancos débiles atacables no era la mejor idea. Miguel Pichetto, su ex candidato a la vicepresidencia, un viejo conocedor de los tiempos electorales y políticos le había casi exigido una definición para marzo, teniendo en cuenta los cronogramas y Macri acató sin objeciones.
Además, dentro de Cambiemos alienta una leve esperanza inconfesable que es que Cristina Fernández de Kirchner imite la actitud de Macri. Sabiendo que su principal contendiente está afuera, y con índices parecidos de rechazo entre quienes no volverían a elegirla, si bien su piso es alto, su techo electoral no está lejano y eso los alienta a pensar en otro renunciamiento que podría dejar en carrera solo a quienes nunca se sentaron en el sillón de Rivadavia.
Fernando Viglierchio
(Especial para RosariNoticias)