"Los flujos migratorios de nuestros días son expresión de un fenómeno complejo y articulado, cuya comprensión exige el análisis atento de todos los aspectos que caracterizan las diversas etapas de la experiencia migratoria, desde la partida hasta la llegada, incluyendo un eventual regreso", aseveró el pontífice.
Así lo hizo en un mensaje publicado hoy con el título "Libres de elegir si migrar o quedarse", de cara a la 109a Jornada Mundial del Migrante y del Refugiado que se conmemora el próximo 24 de septiembre.
"Migrar debería ser siempre una decisión libre; pero, de hecho, en muchísimos casos, hoy tampoco lo es.
Conflictos, desastres naturales, o más sencillamente la imposibilidad de vivir una vida digna y próspera en la propia tierra de origen obligan a millones de personas a partir", lamentó Jorge Bergoglio.
En el mensaje, Francisco reconoció que quiso dedicar el lema de este año "a la libertad que debería caracterizar siempre la decisión de dejar la propia tierra".
Para el Papa, en ese marco, "entre las causas más visibles de las migraciones forzadas contemporáneas se encuentran las persecuciones, las guerras, los fenómenos atmosféricos y la miseria. Los migrantes escapan debido a la pobreza, al miedo, a la desesperación".
Así, reclamó Francisco, "para eliminar estas causas y acabar finalmente con las migraciones forzadas, es necesario el trabajo común de todos, cada uno de acuerdo a sus propias responsabilidades".
"Es un esfuerzo que comienza por preguntarnos qué podemos hacer, pero también qué debemos dejar de hacer. Debemos esforzarnos por detener la carrera de armamentos, el colonialismo económico, la usurpación de los recursos ajenos, la devastación de nuestra casa común", convocó.
La jornada de este año se celebrará un día después de la visita que el Papa tiene prevista a Marsella, en el sur de Francia, desde donde dará un discurso con un reclamo a Europa para que adopte soluciones comunes a la crisis migratoria y no deje solos a los países del mediterráneo a los que llegan la mayoría de personas en situación de desplazamiento.
Según Francisco, "la tarea principal corresponde a los países de origen y a sus gobernantes, llamados a ejercitar la buena política, transparente, honesta, con amplitud de miras y al servicio de todos, especialmente de los más vulnerables".
"Sin embargo, aquellos han de estar en condiciones de realizar tal cosa sin ser despojados de los propios recursos naturales y humanos, y sin injerencias externas dirigidas a favorecer los intereses de unos pocos", analizó en ese contexto.
Entre sus reclamos para una buena gestión migratoria, el Papa reclamó que, "allí donde las circunstancias permitan elegir si migrar o quedarse, también habrá de garantizarse que esa decisión sea informada y ponderada, para evitar que tantos hombres, mujeres y niños sean víctimas de ilusiones peligrosas o de traficantes sin escrúpulos".
"Estamos llamados a tener el máximo respeto por la dignidad de cada migrante; y esto significa acompañar y gobernar los flujos del mejor modo posible, construyendo puentes y no muros, ampliando los canales para una migración segura y regular", sostuvo el Papa.
Para Francisco, "dondequiera que decidamos construir nuestro futuro, en el país donde hemos nacido o en otro lugar, lo importante es que haya siempre allí una comunidad dispuesta a acoger, proteger, promover e integrar a todos, sin distinción y sin dejar a nadie fuera".