Los datos se desprenden de un informe elaborado por la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) y el Ministerio de Economía de la Nación, en el que indagaron las estrategias de financiamiento de los hogares, tanto las relacionadas con fuentes formales (tarjetas de crédito, créditos bancarios, financieras, fintech o créditos de la ANSES), como informales (préstamos de familiares o amigos, el fiado en comercios, los préstamos de empleadores o prestamistas, entre otras).
En medio de las dificultades que genera la inflación en el día a día, los hogares utilizan estas fuentes de financiamiento no solo para suavizar su consumo de bienes de elevado valor, sino también –ante la inestabilidad o falta de ingresos– como herramienta para sostener consumos cotidianos y básicos, muchos de ellos ligados a los cuidados, como la compra de medicamentos o alimentos.
La dificultad para acceder a financiamiento formal genera, en muchos casos, la necesidad de recurrir a diversas fuentes informales, que suelen tener un costo financiero mayor o redundar en formas de dependencia personal improcedentes, que generan situaciones de elevada vulnerabilidad financiera.
De acuerdo con el relevamiento, casi el 60% de los hogares sostenidos por mujeres reportó haber recurrido a financiamiento, en sus distintas formas, en el período de realización de la encuesta (octubre-noviembre de 2022), frente a un 50% de los hogares sostenidos por varones; en promedio el 64% de los hogares destinaron el financiamiento obtenido a la compra de comida y medicamentos.