A la hora de irse a dormir anoche, Patricia Bullrich habrá tenido seguramente sensaciones encontradas. Por un lado se impuso con comodidad en la interna de Juntos por el Cambio, venciendo con amplitud a Horacio Rodríguez Larreta, primer objetivo logrado. En una lectura más fina, quedó tercera en intención de voto, detrás del gran vencedor Javier Milei y Sergio Massa, el candidato oficialista.
Ayer nomás se la notó nerviosa a la hora de tomar el micrófono y más allá de los agradecimientos de rigor, cometió un par de furcios en los menos de cinco minutos en los que dirigió la palabra. Además, más allá de la clásica retórica contra "el kirchnerismo" y sus políticas y repetir slogan de campaña como que "no estamos en un país normal", no dedicó ni siquiera una frase a su principal contrincante, que será el libertario, con el que pescan en la misma pecera.
Bullrich deberá repensar estrategia, la mayoría no la eligió para oponerse al peronismo, es cierto la diferencia no es amplia, medio millón de votos la separan de Milei, pero no tiene a mano la caja ni el manejo de los recursos como si tiene el ministro Massa, que podría apelar a un manotazo de ahogado que mejore la economía para sumar votos perdidos por su propio espacio. Lo de ella sería prometer más mano dura, ajustes más extremos, la quita de derechos a los trabajadores, nada que suene bien a la mayoría, o sí.
Para colmo de males, la discursiva tampoco la ayuda, las palabras no le fluyen con naturalidad, a pesar de su larga trayectoria política y los innumerables cargos que ocupó durante diferentes gobiernos. Por el contrario, su contrincante suele repetir hasta el cansancio los postulados de los economistas liberales austríacos en entrevistas, conferencias, libros y artículos. Tanto los repite que toma sus palabras como si fueran suyas, convirtiendo a su obra en un plagio. Llevada a un hipotético balotaje, tiene todas las de perder frente al libertario.
La gran duda será ahora si profundizar el discurso de derecha o tratar de centralizarlo más. Una vez concluidas las elecciones, incluso en el ámbito legislativo serán muchas las coincidencias, pero en esta etapa deberán diferenciarse lo más posible. Para colmo de males, el jefe del espacio político, Mauricio Macri incluyó al libertario ayer en su tuit celebrando que la extrema derecha había dejado atrás y para siempre al kirchnerismo, sin medir en lo más mínimo el daño que podrían provocar sus palabras hacia adentro.
