El domingo se celebrarán otras elecciones presidenciales en el país, a cuarenta años del retorno de la democracia, tras la última dictadura cívico militar que además de cercenar el derecho al sufragio universal secuestró, torturó, desapareció y suprimió identidades de miles de personas en la Argentina. Fueron 30 mil para el consenso democrático, número puesto en duda ahora, por una fuerza política que reivindica aquel proceso atroz.
Con el devenir de los años, no había sucedido hasta ahora que alguna de las facciones que se disputaran el comando de la Nación quisiera poner bajo la lupa los avances en materia de Derechos Humanos logrados por la comunidad democrática, pero los pueblos tienden a dejar de lado logros cuando la insatisfacción se adueña de ellos, y el país, no habría porque dudarlo, atraviesa una profunda crisis, económica principalmente, pero también social y política. "Argentina 1985" fue la película más vista el año pasado, reflejaba el juicio a las juntas militares, sin embargo, eso no se condice con los votos que cosecha La Libertad Avanza, que reivindica el denominado Proceso de Reorganización Nacional, encabezado por Jorge Rafael Videla.
También el año pasado, la obtención del Mundial de Fútbol en agónica final con Francia puso a millones de personas en la calle, el grito de guerra mencionaba "a los pibes de Malvinas", probablemente muchos de ellos ni supieran a que se refería, y hoy están dispuestos a votar a alguien que reivindica a quien los mandó a la muerte, desde acá, el alcohólico presidente de facto Leopoldo Fortunato Galtieri, y desde Londres, la primera ministra Margareth Thacher, que además de mandar la poderosa flota británica al combate, ordenó hundir el Crucero ARA General Belgrano, fuera de la zona de exclusión.
Su flamante socia política, la ya no montonera Bullrich, que finalmente no ponía bombas en jardines de infantes y al parecer está muy capacitada en materia de Seguridad, durante la pandemia propuso entregarle al laboratorio estadounidense Pfizer las islas a cambio de algunas vacunas. O el ex presidente Mauricio Macri, que señaló muy suelto de cuerpo que recuperar soberanía sobre el archipiélago "sería un déficit adicional para el país". El perjudicial pacto firmado por el macrismo sobre Malvinas, conocido como el acuerdo Foradori-Duncan, renunciaba prácticamente a la soberanía económica de los mares argentinos que circundan las islas. En cuanto a comercializar los mares, Benegas Linch, uno de los principales referentes libertarios, diputado electo de LLA propuso privatizar los océanos, así que el asunto cierra puertas para adentro al parecer.
El corto recorrido de Milei en la carrera a la presidencia es inédito, nunca nadie llegó tan lejos con tan pocos años en la política. Lo más llamativo resulta que se trata de un protagonista que no cree en el Estado, de quien dice es la madre de todos los males, un ladrón que te roba mediante la vía de los impuestos. Tampoco cree en la democracia, sistema del que forma parte como diputado nacional, y su pretensión de llegar al sillón de Rivadavia. Esbozó el teorema de la imposibilidad de Arrow tres veces cuando la periodista Luciana Geuna lo indagó en TN acerca de si creía en el sistema democrático y no logró <a pesar de sus esfuerzos> una respuesta afirmativa por parte del libertario. Resumiendo, alguien que no cree en el Estado y todo lo deja en manos de la libertad y no profesa valores democráticos, será acompañado por casi o más de la mitad de la población y quizás eso sea lo más preocupante, más allá del resultado. Además una gran cantidad de ellos lo votan creyendo que finalmente no hará lo que promete.
En su denodado esfuerzo por presentarse como "lo nuevo", los leones libertarios han incurrido en todo tipo de propuestas, a nuestro entender insólitas e inaceptables, de los que fueron arrepintiéndose con el correr de la campaña, contradiciendo incluso su propia plataforma de Gobierno. Que Educación y Salud Pública sí o no, que dolarizar sin dólares, la negación del cambio climático, la parquización de la ESMA, declarada como patrimonio de la humanidad por la Unesco, le derogación de la ley del aborto legal, seguro y gratuito, la unión civil, para reemplazar el matrimonio igualitario, el cierre de los parques nacionales protegidos, la creación de un mercado de órganos, liberar la portación de armas para civiles, romper relaciones comerciales con China y Brasil, dos de nuestros principales socios, por ser gobernadas "por comunistas", con insólita triangulación por parte de otros países, propuso privatizar los clubes de fútbol y convertirlos en sociedades anónimas, el retorno de las AFJP, al que irían todos los fondos (65 mil millones de dólares) de los jubilados, puso en duda la edad jubilatoria, a la que habría que a su criterio habría que poner bajo análisis, el empleo público, derogando el 14 bis, promesa de proyectos legislativos para que los padres puedan renunciar a la paternidad, la venta de YPF y Vaca Muerta, segunda reserva mundial de petróleo no convencional, la privatización de Aerolíneas Argentinas, y los trenes, sumados a la eliminación de los subsidios, del transporte, energéticos, y la ya mencionada privatización de los mares.
Ningún candidato que propusiera algo semejante podría tener alguna chance cierta de gobernar el país, salvo en Argentina. Tan mal debemos haber hecho las cosas en estos 40 años, que hay gente rota, que a pesar de lo descripto, son capaces de votar a alguien con semejante propuesta, de romperlo todo, de hacer desaparecer todo vestigio de asistencia, de complacencia y apostar al "sálvese quien pueda". Los inaceptables índices de pobreza, el desmesurado aumento de los alimentos, la imposibilidad de acceder a una vivienda propia, el inexistente mercado de alquileres, con precios inalcanzables para la mayoría de los bolsillos, la inflación descontrolada, el déficit fiscal, sumados a los casos de corrupción que aparecen y no son propiedad de ningún Gobierno, son sin dudas la factura que buena parte de la sociedad le pasa a la política, y debe pagar Sergio Massa, sí ese ministro de Economía que milagrosamente y al borde de la hiperinflación conserva alguna chance de ser presidente.
La inestabilidad emocional de Javier Milei también estuvo bajo la lupa en esta campaña y si bien casi nadie pecó de diagnosticarlo a la distancia, al mejor estilo Neson Castro, mucho se conjeturó al respecto. Su estilo histriónico, eufórico y excéntrico, sus frases agresivas hacia modelos económicos, líderes mundiales o sus ocasionales "enemigos", porque así define a sus contrincantes son al menos inusuales para la práctica política. Preocupa más su incapacidad para conocer el manejo del Estado, el debate mostró a un inexperto absoluto, que además tiene pocas ganas de aprender, ya que se basa en su biblioteca de autores que encabeza Adam Smith, y si bien estampó su firma en un par de publicaciones, el hábil Massa puso en duda la autoría acusándolo de plagio.
Su cabello acomodado al viento, que no conoce lo que es un peine desde hace décadas según confirmó, su uniforme de campaña, con buzo cerrado hasta el cuello, azul y negro de marca Under Armour, a los que suma a veces, dependiendo de la temperatura reinante la campera de cuero negra, heredada probablemente de su afición al rock pesado, también marcaron una tendencia proselitista. El "digamos" como principal frase que precede a cualquier definición, latiguillo infaltable para sondear en el cerebro una respuesta acertada al interrogante que se le ponga enfrente, o su clásico gesto de ambos dedos pulgares en alto, bajando la papada para posar para las fotos, marcarán sin dudas una época en la política, como fue el saludo alfonsinista de ambas manos al costado, o el desalineado Kirchner, que nunca se abrochó el saco cruzado y siempre se negó a dejar de lado los mocasines, solo por citar algunos ejemplos de nuestra historia.
En su camino al 19 de noviembre, Javier Milei fue cosechando oposiciones gracias a sus postulados. No le importó nada, no midió consecuencias, puso primero su opinión, no importando cuanta gente la comparta. Los grupos se multiplicaron, pero no disminuyeron sus adhesiones. Los gobernadores por ejemplo, salieron a decir que si es presidente no podrán pagar los sueldos, porque él puso en duda la coparticipación, pero los empleados públicos sin embargo lo siguen votando. En la marcha del orgullo gay en CABA hace dos semanas, casi la mitad de los asistentes contestaban que se inclinarían por él, aún sabiendo que quiere derogar el matrimonio igualitario. Periodistas entrevistaban a pasajeros que se subían al transporte interrogándolos acerca de si podrían pagar un boleto sin subsidios, la respuesta mayoritaria era claramente negativa, y a la hora de responder a quien votarían, la mayoría lo hacía por Milei. Los concurrentes a los estadios de fútbol del último fin de semana negaban enfáticamente el deseo de pasar a ser sociedades anónimas, pero a pesar de lo expresado enfáticamente por sus clubes, votaban a Milei. Miles de padres que concurren diariamente a llevar a sus hijos a recibir una educación que no podrían pagar sin ayuda estatal también se inclinan por el candidato opositor. Y así sucede sucesivamente. No le entra una bala. Su promesa de cambio es indestructible, resiste todo análisis, grupo social y etario, aunque se observa una muy marcada prevalencia en jóvenes menores de 30 que es muy notoria y de porcentuales infrecuentes.
Esto último hace pensar que Milei, más temprano que tarde podrá ser presidente. Si las urnas le fueran esquivas el domingo, algo que está por verse, el transcurrir de los años hará que la franja de jóvenes que fueron seducidos por sus propuestas de destruirlo todo, alguna vez triunfarán, será un proceso natural, a medida que avance el deterioro, que los defensores de los público vayan envejeciendo, dejando de ir a votar, o simplemente rindiéndose ante la evidencia que así no se puede. Si Sergio Massa lograra imponerse el domingo, algo absolutamente impensado hace apenas dos meses, tras formar parte de un pésimo Gobierno, que no cumplió ninguno de los postulados por los que fue electo en 2019, y habiendo quedado tercero en las PASO, y primero en las generales, sacando el menor porcentaje de votos del peronismo en toda su historia en una elección presidencial, tendrá una dura tarea por delante. El diagnóstico lo tiene, sabe a la perfección lo que el país necesita para salir adelante, si llegara a cumplir tan solo el 10% de sus promesas, tendrá el camino allanado para ser líder por varias décadas. Capacidad no le falta, es un político de fuste, que sabe acomodar el cuerpo a las circunstancias, que hizo hasta acá posible un milagro, en el que ningún analista creía. El margen será pequeño, para un lado o para el otro. Es de buen perdedor reconocer los resultados y no poner en duda el proceso, de eso se trata la democracia, y los eternos laureles que supimos conseguir.
Fernando Paulo Viglierchio
Especial para RosariNoticias