Javier Milei sigue acumulando enemigos, mientras su Gobierno se degrada. El primer mandatario no será un presidente más en la historia argentina y eso está claro. Sus días al frente del sillón de Rivadavia fueron y serán vertiginosos sin dudas. Su llegada al poder se produjo llamativamente aún cuando pocos creían que una fuerza nueva y sin experiencia fuera capaz de vencer al aparato peronista, pero ya antes se había cargado al PRO, la fuerza que lidera Mauricio Macri.
Las fuertes expectativas de mejoras económicas se desvanecieron pronto en el Gobierno del Frente de Todos, que pandemia y sequía mediante, sucumbió en las urnas por no poder cambiar el status quo vigente, nunca se planteó superar la crisis, y solo tendió a administrarla, sin éxito por cierto, para que no se fuera de los causes "normales", con titánica tarea del devenido en ministro Sergio Massa, que junto a su equipo de colaboradores logró que el barco no se hunda y llegar a diciembre aún con chances de retener el poder. Pero no lo hizo.
Un malón desenfrenado de jóvenes sin memoria, porque por razones de edad no vivieron el denominado "Proceso de Reorganización de Nacional", ni el menemismo, por solo mencionar dos períodos ejemplificadores del país, y otro sector antiperonista acérrimo, de todas las edades, con buen componente agrario, y de clases medias acomodadas, con niveles altos de ingresos y otros no tanto, pobres cansados de serlo, sin luz en el horizonte y muchos artos de estar artos, de que nada cambie, y solo se trabaje para pagar impuestos y llegar a fin de mes, decidió probar con "algo nuevo" y ungió al loco de pelo desacomodado, excéntrico panelista de la tele, que al parecer tenía los números claros y prometía dolarizar, en la Casa Rosada.
Y asumió Milei, lo hizo dándole la espalda al Congreso, todo un símbolo de lo que vendría. El fracaso de la ley ómnibus, casi una emulación de la 125 cristinista, puso en jaque a su Gobierno. Incapaz de sostener algo parecido a un acuerdo, porque "ellos no negocian" y solo aceptan sugerencias, el paquetazo de leyes naufragó en el Parlamento más por torpeza propia que por oposición ajena acérrima. El novato jefe de bloque de La Libertad Avanza lanzó el megaproyecto a comisión sin conocer siquiera el reglamento de la Cámara que integra y todo volvió, por su propio pedido, a foja 0.
Antes había habido reuniones secretas o no tanto en hoteles anexos al palacio legislativo, donde iban desfilando aliados incondicionales, dialoguistas, colaboradores y ningún díscolo. Salvo el macrismo, nadie había tomado el compromiso de votar todo a libro cerrado. Fue el propio Pichetto, viejo lobo de mar el que tiró la toalla y le avisó al Gobierno que dejara de perder, que la política se trataba de ganar, y ciertamente no lo estaba haciendo, no pudiendo sumar ni siquiera a aquellos legisladores que se mostraban dispuestos a colaborar. Había cuestiones invotables para algunos que no lo eran para otros, solo era cuestión de articularlas, convenir ausencias y abstenciones en cada tema y satisfacer a todos, pero faltó cintura política y experiencia. Un papelón indisimulable.
La Libertad Avanza es un partido pequeño, de apenas unos 40 legisladores, apoyados por un poderoso ejército de trolls metidos en la política, mediante encuestas de opinión detectan sectores de desprestigio, y por redes forman opinión, la viralizan, meten los famosos carpetazos, denostan, insultan, atacan a grupos de poder, periodistas, opositores, gobernadores, entidades sindicales, artistas, otros líderes mundiales referenciados en la izquierda a los que no dudan en llamar delincuentes, asesinos, colgarle sobrenombres burlescos, o hasta algún dibujo alegórico injuriante mediante la utilización de inteligencia artificial.
A nivel mundial, el Gobierno tiene dos únicas referencias que ni disimula. Estados Unidos e Israel. Con el país del norte mantiene una relación inverosímil. Por un lado coquetea con la actual administración norteamericana, la necesita Caputo para sostener la relación con el Fondo Monetario Internacional, refinanciar la deuda y porque no, acceder a un nuevo préstamo, al fin y al cabo esa es su especialidad. Por otro, Milei se trasladó al país del norte a un congreso de referentes de la derecha donde se estrechó en un emotivo abrazo con Donald Trump, que lo llenó de elogios y le dijo que esperaba volver a verlo pronto, cuando sea de nuevo presidente. El Javo casi se hace pichí, y hasta le hizo una reverencia con inclinación de cuerpo antes de irse.
En Israel ya había estado antes, fue su primera salida del país, antes de visitar el papa Francisco. Ahí llegó al muro de los lamentos, y lloró como un marrano, se reunió con líderes religiosos, bailó junto a varios rabinos, casi que fue una visita más espiritual que por cuestiones de Estado, salvo porque la canciller, Diana Mondino se reunió con empresas interesadas a realizar inversiones para venir a explotar el litio argentino, energía del futuro que el país tiene y de sobra, es la tercera reserva mundial del mineral, algo que no se comunicó explícitamente, pero trascendió en los medios, incluso con fotos.
Tras dedicar una semana a pelear con Lali Espósito, acusándola de vivir del Estado, un conglomerado de artistas salió en su defensa, también lo hicieron numerosos periodistas, incluso varios cercanos al propio Gobierno. Perder en popularidad en redes pareció no sentarle bien al presidente, la actriz y cantante, de promisoria y exitosa carrera trabaja hace 25 años, proyectó su fama incluso al plano internacional, cuenta con más de siente millones de seguidores en Twitter, una de las redes preferidas del presidente y la desigual pelea no dejó bien parado al libertario. Lali no vive claramente del Estado, quizás alguna vez haya actuado en algún festival bancado por estados provinciales o municipales, como su novia, Fátima Flores, o como lo hacen todos los artistas y ninguno por cierto gratis. Mearon afuera del tarro, él y su aparato mediático.
Con la CGT ya había arrancado todo mal, se convirtió en el presidente que tuvo el primer paro general más pronto tras asumir el Gobierno. A su promesa de reforma laboral por la fuerza plasmada en el DNU, vigente a pedazos por disposición judicial, se le sumó esta semana la desregulación por decreto de las obras sociales, un mecanismo de desfinanciamiento ideado por el ministro Caputo, que habló de "empobrecer a los grupos de interés para ganarles". El Gobierno sueña con la extinción sindical para así poder lograr que la clase empresaria para la que trabaja pueda lograr menores salarios e inestabilidad laboral, cuando el trabajo corre peligro, hay más gente dispuesta a hacerlo a menor precio, al fin y al cabo ya Macri dijo que el trabajo "era un costo más".
Ahora se buscó rivales de mayor fuste. Convencido de que llegar al déficit 0 es la única premisa, el Gobierno Nacional decidió <además de licuarle los ingresos a los trabajadores, los jubilados, los beneficiarios de los planes sociales, y destrozar ferozmente el poder adquisitivo de los argentinos en menos de dos meses> recortarles los recursos a los gobernadores en directa venganza por no haber acompañado la ley ómnibus, que había ya llegado el recinto en formato de combi. Disolvió el Fondo de Incentivo Docente (FONID) y los subsidios al transporte y la energía, obligando a provincias y municipios a una feroz remarcación de precios, que vaya a saber quien podrá soportar. Además hizo recortes en la masa coparticipable y redujo casi a cero las transferencias discrecionales.
Ignacio Torres, el gobernador chubutense del PRO, que jugó para Horacio Rodríguez Larreta y luego para Patricia Bullrich en la interna de Juntos por el Cambio, se paró de manos y amenaza con no dejar salir petróleo de su provincia y les dio plazo hasta el miércoles para pagar lo que su criterio le deben. Primero lo apoyaron los gobernadores patagónicos, que están dispuestos incluso a ampliar la medida, luego otros peronistas, más tarde los de Juntos por el Cambio, luego el radicalismo. Su ex referente, la hoy ministra de seguridad, lo amenazó diciendo que terminarán como Catalunya. Y le muestran los dientes diciendo que podrían detenerlo y acusarlo de sedición.
En breve se las verá con "el nido de ratas" del Congreso, el 1° de marzo deberá ir por mandato constitucional a parase frente a ellos para darle un discurso, nadie espera que sea conciliador, seguramente redoblará la apuesta, les dirá que son la casta, etc, etc, etc. Mientras tanto, ir al supermercado se tornó misión imposible, la gente está pasando hambre, aumentó en menos de dos meses un 10% la pobreza, llegarán pronto bajo la puerta las nuevas facturas con precios siderales, que vaya a saber quien podrá pagar. Ni siquiera trasladarse al trabajo se podrá pronto, la inflación carcome recursos, y hasta un boleto se tornará inalcanzable para demasiada gente.
Créame lector, si tuvo la valentía de seguirme hasta acá, que la disolución nacional no está lejana, el Pacto de San José de Flores, preconstitucional ronda los despachos oficiales y las redes sociales, Milei quiso volver a Alberdi, pero estamos en cercanías de la vieja pelea entre unitarios y federales. Más allá del poco tiempo que lleva gobernando, Milei no está lejos de tener que salir anticipadamente de la Casa Rosada. Si sigue tirando de la cuerda, el Juicio Político no habría que descartarlo.
Hasta el propio Fondo Monetario Internacional, que de "zurdo de mierda" como él gusta llamar a sus rivales de cierta tendencia socialista no tiene nada, y al que le conviene el ajuste atroz, le advirtió que ve poco sostenible su Gobierno y le dijo esta semana a Milei en un documento que si no cambia, y pronto, su presidencia podría tornarse inestable, y hasta le pidió implemente medidas sociales, caso contrario todo podría irse directamente a la mierda. ¡Que tanto!, total ya no existe el INADI al que pueda molestarle algún epíteto fuera de lugar o un exabrupto.
Fernando Paulo Viglierchio
Especial para RosariNoticias
