De acuerdo al último reporte de la cámara que nuclea a la industria de la carne proyectan un consumo anual de 44 kilos per cápita, tomando como partida la demanda interna de la primera parte del año.
Esto significa valores por debajo, inclusive, de los recesivos años pandémicos.
También producen menos los frigoríficos
Estas proyecciones estiman que cada consumidor de cortes vacunos demandará durante este año 8,3 kilogramos menos que el año pasado.
Pero no sólo el consumo está con flechita para abajo, la producción misma de carne vacuna está en fase contractiva.
La industria frigorífica está produciendo un 8% menos en la comparación interanual. Tal es la merma que desde el interior de la industria comentaron que la recesión llevó a muchos frigoríficos a reducir las jornadas de actividad.
Hay dos factores que están incidiendo en el rubro de la carne hoy: la depresión de la economía y el propio ciclo ganadero. Miguel Schiariti, presidente de la cámara de industriales de la carne, explicó La Nueva Mañana que se están sintiendo los efectos de la sequía del año pasado.
Ocurre que en el 2023 al encarecerse la alimentación de los animales por los malos factores climáticos fue más rentable enviar al animal a faena que esperar que obtenga el peso ideal. En consecuencia, aumentó la cantidad de hembras faenadas, lo cual hace que hoy haya menos terneros.
Además, cuando hay poco alimento como durante la sequía “las preñeces son magras, por lo que hoy tenemos 600.000 terneros menos”. Miguel Schiariti destacó que el 50% de los animales que ingresan a faena son hembras, por lo que aún se mantiene en porcentajes elevados.
En lo que va del 2024 “se faenaron más de 1 millón de cabezas menos que en el mismo período del año pasado. Además, la demanda está más reducida que la oferta, lo cual hace que el precio de la carne no aumente”, agregó el presidente de la cámara.
Esto significa que no hay indicio de que vaya a incrementarse la producción de carne en un corto o mediano plazo.
No obstante, el negocio se mantiene porque al haber lluvias hay más pasturas y también bajó el precio del maíz con el que alimentan al ganado. Con lo cual, se abarató uno de los costos de la producción de carne.
Sin embargo, el eslabón de la cadena más complicado es el de la comercialización. Las carnicerías que dependen exclusivamente de la demanda interna deben enfrentar una merma de clientes, más una suba de los servicios que deja a más de una al borde del cierre.