Argentina superó a Colombia por 1 a 0 en Miami, en el Estadio Hard Rock Café y se consagró nuevamente campeón de América. El equipo de Scaloni jugó en gran forma y superó a rival sumamente complejo y aguerrido. El rosarino Ángel Di María jugó su último partido con la selección nacional. Messi se retiró lesionado en la segunda etapa.
Jugaron un primer tiempo entretenido, de ida y vuelta, tomando precauciones y sin arriesgar nada. Con defensas bien paradas, saliendo prolijo, y sin dar ventajas en ningún sector de la cancha. Scaloni no escuchó consejo de precauciones especiales para cuidar la altura de Colombia y puso el equipo lógico, sin sorpresas.
Lorenzo conoce demasiado al elenco nacional, cuidó los movimientos preferidos de los albicelestes, no le dio metros para correr a Di María ni espacio a Messi. Así las cosas, la elaboración de juego pasaba por los volantes de marca, todos con buen pie, pero más preocupados por contener que por crear.
El elenco nacional dispuso de apenas un par de chances, la primera en los pies de Julián Álvarez, tras un centro de Montiel, el remate del 9 se fue mordido, cerca del palo. Otra chance clara llegó desde la dupla histórica, Ángel desbordó por izquierda, Leo pateó al arco, pero el remate se estrelló en el camino en el cuerpo de Julián.
Colombia desbordó a Tagliafico en un par de ocasiones, ya que el lateral argentino era salida permanente, y desde allí llegaron centros que la férrea defensa nacional llegó a anticipar, con gran trabajo de Licha Martínez y Cuti Romero.
Dibu no tuvo mucho trabajo, solo descolgó un par de centros y sacó con la punta de sus dedos un violento remate que la reiteración mostró que se iba afuera. Lionel Messi se torció el tobillo sobre el final y aguantó la finalización del primer tiempo para ser asistido en el vestuario.
En la segunda mitad, Argentina fue mejor, dominó las acciones, y mereció ponerse en ventaja. Durante los primeros quince minutos tomó por el cuello a Colombia, llegó en dos o tres ocasiones, incluso los jueces ignoraron un claro penal por mano que hubiera cambiado las cosas.
Messi, que siguió jugando con un tobillo que recordaba al de Diego perdió una pelota que provocó una contra, el 10 salió corriendo a toda velocidad para enmendar su error, pero enseguida se tomó detrás de su pierna con evidente signo de lesión muscular y pidió el cambio.
Entró Nico González, que a pesar de todas sus limitaciones fue importante, fue y vino cada vez que pudo, impreciso como siempre y sin terminar ninguna bien, pero voluntarioso al fin, luego Scaloni mandó a la cancha a Paredes, que se comió la cancha, a Lo Celso, y a Lautaro autor del gol que le terminó dando la consagración a Argentina en el alargue. El Toro picó al vacío, enfrentó al arquero y se llenó la boca de gol para desatar el delirio.
Sin el virtuosismo de otros momentos, sin que le sobre demasiado, ganando todos sus partidos, a veces ajustadamente como hoy, ante un gran rival, que llevaba 28 partidos invicto, que había caído por última vez ante el mismo rival.