En la tarde de ayer se realizó una nueva reunión de la dirigencia del Club Atlético Rosario Central con referentes del plantel profesional en la sede de calle Mitre. Los malos resultados deportivos llevaron a un plantel que arrancó el año como campeón, jugando competencias internacionales como la Copa Libertadores y posteriormente la Sudamericana, a estar hoy en el torneo local a tan solo 13 puntos de la zona de descenso.
A pesar de algunas ofertas y renovaciones muy costosas, por valoración de jugadores, la dirigencia pudo conservar el plantel campeón, y lo reforzó con jugadores que a priori venían a darle un salto de calidad al plantel. Sin embargo, muchos protagonistas bajaron significativamente su nivel y los recién arribados no rindieron en la medida de lo esperado.
En ataque, Central se gastó más de un millón de dólares en traer a Abel Hernández, que jugó un puñado de minutos, no convirtió un gol y se lesionó en una entrada en calor. Pudo rescindir un contrato oneroso y compró el 50% de Enzo Copetti en 4 millones de dólares, marcó un gol en 16 partidos disputados. El goleador histórico, Marco Ruben retornó al club, con menos partidos jugados y escasos minutos en cancha por lesiones, hizo igual marca. Si a esto se le agrega que Agustín Módica, la joven promesa de inferiores sufrió la rotura del ligamento cruzado, y estará varios meses afuera, podría decirse que sin dudas, todo salió mal.
En la mitad de la cancha, O' Connor por lesiones y Giaccone por bajo rendimiento no brindaron las soluciones esperadas. Malcorra, más allá de consolidar su protagonismo en clásicos, nunca puso ser la manija del equipo. Ibarra levantó mucho el nivel, se adueñó de la titularidad, pero su contrato vence en diciembre y vale millones de dólares, habrá que ver si Central está en condiciones de afrontar semejante erogación. Campaz nunca fue el del 2023, está claro que lo suyo es ir y en retroceso le cuesta, pero será el jugadora a vender en este mercado de pases. Se trajo a Solari, un ex buen jugador con un presente demasiado pobre.
En defensa se lesionó Quintana y Central lo sintió. Con Agustín Bravo lesionado por largo tiempo, el Canalla no tiene otros marcadores centrales zurdos. Se improvisó, Giménez es un gran proyecto, a perfil cambiado cometió un error y Lequi decidió darle minutos a Barbieri, la versión 2024 del Vikingo está demasiado lejana a brindar soluciones. Coronel se ganó merecidamente su lugar, es mucho más que Martínez, pero hace un mes se repone de una lesión. Fatu nunca más en su ya larga carrera volverá a tener el nivel del 2023, fue partícipe necesario y protagonista de aquel logro. Hoy volvió a su nivel habitual, bueno, pero terrenal.
Así las cosas, ni Miguel Russo ni mucho menos Matías Lequi le encontraron la vuelta a un plantel agotado, sin libretos claros, que no juega a nada y sucumbe ante cuanto rival se anime a querer ganarle, no importando su jerarquía, hay bajones indisimulables en cancha, poco compromiso y nada de rebeldía para no perder. No trascendió que habrán charlado los dirigentes con los jugadores, pero algún puño tuvo que haber sonado sobre la mesa, la situación lo amerita.
Lequi sabe que su crédito está agotado, ganó solo uno de los últimos siete encuentros disputados. Es cierto, mereció más algunas veces, pero con eso no alcanza. Se necesitan puntos urgentes, no importa como, hay que llevar el barco a puerto. Ante Boca pudo empatarlo si le daban el penal no cobrado en el último minuto, ante Platense también, si Lovera pateaba cinco centímetros más adentro del arco, y ganarlo en Arroyito ante Talleres si en vez de ir a buscar el 3 a 1 decidía aguantar. Pero no sucedió. Es extraño que no se haya apelado a ningún pibe, siendo que los responsables vienen de inferiores. Don Ángel siempre lo hizo, nunca lo defraudaron.