Si bien existía un amplio consenso en cuanto a la urgencia de atacar la problemática de la ludopatía infantil, el principal foco de conflicto fue la prohibición de la publicidad. El proyecto aprobado limita de forma estricta la publicidad, promoción y patrocinio de los juegos de azar, de pronósticos y apuestas deportivas y de apuestas en línea.
El texto aclara que “quedan comprendidas las plataformas y redes sociales a través de Internet, las tecnologías de la información y la comunicación, la comunicación audiovisual, la publicidad exterior, la indumentaria deportiva, la cartelería en la vía pública o en espacios privados de uso público, medios de difusión gráfica, radiales, televisivos, emplazamiento del producto, podcast o cualquier otro medio de comunicación actual o que surja en el futuro”.